Me parece un rollo, al menos para lo que buscaba: una funda rígida, bien acolchada por dentro, con una correa decente, que no abulte, con compartimentos internos personalizables y que no parezca un ladrillo colgado del hombro. No sé si la tela aguantará años, pero no tiene mala pinta. El acolchado interior es suave al tacto, los velcros no se despegan al mirarlos y la forma exterior recuerda a las típicas mochilas tecnológicas, pero en miniatura, algo que personalmente me encanta. Aunque está diseñada para la Osmo Pocket 3 y en ese sentido es perfecta —compacta, bien compartimentada y con el espacio justo para la cámara, su asa, filtros y cargadores—, también se puede usar de forma más versátil. Por su tamaño y distribución, sirve perfectamente como bolsa auxiliar para cualquier cineasta: cabe un pequeño gimbal para móviles, baterías, filtros, tarjetas, adaptadores... Vamos, todo ese equipo pequeño que siempre acaba rodando en la mochila. Otro detalle muy apreciado: el material exterior es impermeable y la cremallera también tiene protección contra la lluvia. No es apta para sumergirla, pero aguanta perfectamente una llovizna sin que el interior se resienta. Por 30 €, creo que es una muy buena compra, sobre todo si prefieres llevar la cámara de forma independiente, sin que esté dentro de la mochila o mezclada con otras cosas. La uso a diario y no me ha dado ningún problema.