Si bien la mochila puede parecer imponente a primera vista, está muy bien diseñada. Su aspecto de mochila escolar es solo una fachada, y los clips sirven para cerrar dos correas que permiten sujetar un trípode debajo si es necesario. La verdadera abertura está en el otro lado, mediante cremalleras hacia el asa. Un asa muy bien diseñada permite manipular la mochila (colgarla al hombro, quitársela, colocarla sobre una mesa, etc.). La correa y el asa están bien sujetas a la mochila y se percibe una auténtica calidad de fabricación. En el interior, el almacenamiento es diverso y abundante, quizás incluso demasiado. Hay espacios para guardar baterías, tarjetas SD, filtros o cualquier otro accesorio. Cerca del cuerpo hay un amplio bolsillo donde cabe una tableta grande o un ordenador pequeño (muy pequeño). El lado imponente de la mochila se aprecia en el espacio interior para la cámara y los objetivos. En una época en la que las cámaras híbridas están reemplazando gradualmente a nuestras voluminosas SLR, tenemos espacio de sobra para guardar nuestra SLR equipada, así como dos, tres o incluso más objetivos, según su tamaño. Personalmente, mi D7000 en 18-105 acompañada de un 55-300 palidece en comparación con todo este espacio. Pero bueno... Mejor eso que al revés, ¿verdad? En cuanto al acolchado, el grosor está a la altura. Es decir, las espumas no son tan gruesas como las de mi enorme mochila, pero eso parece totalmente coherente con la especial atención que se le prestará a esta bolsa usada como bandolera. Por lo tanto, las espumas son lo suficientemente gruesas y resistentes como para proteger la cámara y los objetivos, siempre y cuando no tires todo al suelo como un salvaje.